William Shakespeare - EL REY LEAR

A grandes rasgos, el argumento de El rey Lear es el siguiente: el anciano Lear decide abdicar y legar el trono a sus hijas. Pero, dudando a cuál de ellas hacerlo, opta por someterlas a prueba. A las dos más cariñosas, Regan y Goneril, les cede una parte del Reino, pero a Cordelia, la que de verdad lo quiere aunque sea más hosca, la deshereda, pensando que no lo ama.
Con el tiempo se demostrará que la realidad era precisamente al revés y la única que permanece al lado de su padre es Cordelia, mientras sus hermanas se disputan el trono. Todo ello desencadena hechos trágicos en los que ejercen un importante papel el conde de Gloucester y sus hijos, cuyas circunstancias se configuran como una acción secundaria de la principal.
Drama viejo como el mundo. Pero la equivocación en un gran hombre tiene consecuencias grandes, y Lear verá pronto cómo su decisión de retiro del mundo es acatada por sus hijas Gonerila y Regania con un fervor que desafía sus mayores expectativas. Despojado, escarnecido, vilipendiado y atormentado por su injusticia hacia Cornelia y el Conde de Kent (conmovedor este personaje con su fidelidad por encima de todo, incluso después de caer en desgracia), Lear acaba por perder la razón. Así como en Julio César la ausencia del líder era el nudo central de la trama, aquí la locura de Lear, esa otra forma de muerte, se instala casi desde el principio, y sus efectos se hacen notar en seguida, exponencialmente, como en un cataclismo. Cunde el caos, los partidismos, las traiciones. Un drama sobrecogedor –palabra un poco gastada, pero aquí más justa que nunca- sobre la condición humana, las miserias de la vejez y los finos límites que bordean la locura, un límite a menudo decidido de manera arbitraria interesada. También es una de las pocas obras de Shakespeare con una tremenda, explícita escena de tortura, que resalta aún más su filiación directa, descarnada, brutal, con lo más profundo de la tragedia griega. Shakespeare nunca repite sus encantos, pero esta obra es de esas que tienen un brillo especial, un lugar aparte de oscuro talismán de muerte. Igual que Macbeth es única, igual que Hamlet es única, igual que El mercader de Venecia es única... En realidad Shakespeare es siempre único.